¿Qué es la acumulación por desposesión? (y por qué es necesario pensarlo con urgencia)
Estamos viendo una de las transferencias más groseras y violentas de capitales hacia el ámbito de lo privado de las que se tenga registro en nuestra historia. Las poco creíbles promesas de Milei se han derrumbado como castillos de naipes a las horas de haber asumido el poder, configurando la mayor estafa electoral de nuestro país.
Estamos viendo, desde la entrada en funciones del último Presidente electo, un proceso que amenaza con concretar una de las transferencias más groseras y violentas de capitales hacia el ámbito de lo privado de las que se tenga registro en nuestra historia bajo premisas y promesas tan frágiles y poco creíbles que se han derrumbado como castillos de naipes a las horas de haber asumido el poder, configurando frente a una buena parte de sus votantes improvisados la mayor estafa electoral de nuestro país.
Por si eso no fuera suficiente, el nuevo proyecto de Ley y los negociados que empiezan a visibilizarse a medida que se conocen las partes actuantes e interesadas en prácticamente cada línea del documento configuran un horizonte que amenaza con llevar a nuestro país al borde de su fragmentación y posterior venta al peor postor. Paisajes repetidos, lugares comunes, los mismos territorios arrasados e invariablemente, la misma porción de la sociedad afectada. Como en la última dictadura cívico-militar, como en los 90 y como en el 2015, otra vez los proyectos de desarticulación completa del Estado Social y sus mecanismos de protección emergen y se afirman en el cotidiano argentino, aunque esta vez -por el momento- parecen hacerlo a una velocidad inusitada y con una profundidad que parece aun no encontrar su fondo.
¿Podemos reflejar este proceso desde la Geografía? La respuesta no solo es positiva, sino que además a través de su abordaje nos permitirá apreciar cómo estas dinámicas impactan directamente en los territorios, transformándolos y reordenándolos a gusto y placer de los actores e intereses dominantes. Para ello, entonces, será necesario trabajar sobre la acumulación por desposesión, un concepto acuñado por el geógrafo británico David Harvey a principios de este siglo y que sirve para poner en evidencia cómo el sistema capitalista muta y se adapta a nuevos escenarios no tradicionales de acumulación para continuar extrayendo y así, sobreviviendo.
Es muy común que la primera respuesta que recibamos sea “la acumulación por desposesión existió siempre” (algo que en efecto y en parte sería cierto), por eso les propongo en los próximos párrafos ampliar un poco más el concepto para acercarnos con mayor exactitud a la esencia de lo que visualizó Harvey y en simultáneo, evitar confusiones con dinámicas más tradicionales.
Antes de empezar, y casi como una condición de aceptación para continuar con la lectura, hay tres preceptos básicos que definen el contexto actual y que sin su entendimiento/aceptación, es imposible avanzar:
Mayor libertad de mercado equivale a mayor desigualdad económica, social y territorial. No hay tendencia a la regulación, ni comportamientos que propugnen mejores condiciones generales para la población.
Las prácticas de mercado actuales son tan depredadoras, canibalísticas y fraudulentas como lo eran cinco siglos atrás (o incluso antes).
El Estado, bajo el ideal neoliberal, está lejos de ser mínimo. Contrario a lo que habitualmente se habla y teoriza, el Estado Neoliberal si se ha desprendido de la estructura de derechos, garantías y protecciones que deberían revestirlo, pero lejos está de ser un Estado pequeño, marginal. Por lo contrario, es el gran decisor -junto con sus agentes interesados- en estos aspectos.
Ahora sí, avancemos.
Como decía previamente, en su esencia la acumulación por desposesión implica enriquecer unos a costa de otros (algo que ustedes podrán retrucar que siempre sucedió, sucede y seguirá sucediendo). Pero veámoslo de otra forma: a la Acumulación por Desposesión (de ahora en más AxD) es posible definirla también como todo el mecanismo de estrategias que se despliegan cuando -por extensión, saturación, competencia o agotamiento- el objeto a extraer/producir baja su tasa, reduce su ganancia o simplemente deja de ser rentable.
En el último medio siglo -acompañando a la americanización o última oleada globalizatoria- han emergido nuevas lógicas productivas y de consumo que han traído consigo formas inéditas de extraer capital -incluso en espacios donde el panorama indica que no hay más chances, como es el caso de los espacios urbanos densificados- y que vienen de la mano de la promoción, la mercantilización y la explotación intensiva de todos los ámbitos de nuestra vida. Desde el trabajo (lo más habitual) hasta nuestra misma imagen (a través de las redes), aspectos a los cuales se le añade el crecimiento de lo virtual como plataforma para el capital y como territorialidad a controlar y usufructuar, potenciando los procesos anteriores hacia nuevos horizontes de acumulación.
Esto construye una dinámica hiperconsumista en donde cada segundo de nuestra existencia es objeto de potencial extracción/generación de ganancias, en donde incluso hasta los bienes comunes, aquello más impensado como el agua, el aire o los mares (tal como el asesor del actual Presidente argentino, Alberto Benegas Lynch, deslizó en una entrevista que le realizaran hacia finales de octubre de este año) está sometido a planificaciones futuras de control.
Bajo estas nuevas lógicas de AxD aparecen entonces la biopiratería, la apropiación de patentes, la compra de licencias, la privatización del patrimonio cultural, los conocimientos ancestrales e incluso la propiedad intelectual. También, como siempre, aparece la vieja y conocida concentración de tierras productivas.
Un ejemplo práctico de cómo esto se pone en marcha: en los Simpsons (quinto episodio de la undécima temporada), Homero crea por fortuna una nueva especie de vegetal que mezcla las bondades del tomate con las propiedades adictivas del tabaco. Cuando los grandes grupos económicos descubren las potenciales ganancias que pueden obtener, ofrecen primero una participación societaria y luego, directamente, la compra íntegra de la patente con sus correspondientes derechos de explotación, a cambio de una ganancia fija para el ahora ex-dueño de la patente, el conocimiento y el producto.
Si bien esto no deja de ser un dibujo, es algo muy común en la realidad. La compra o apropiación de patentes y diseños de Organismos Genéticamente Modificados + packs de fertilizantes y pesticidas específicos para ese OGM generan una asimetría tan profunda que obliga a los productores a comprarles a estos grandes grupos para poder seguir cultivando. Cuando un pequeño o mediano productor se encuentra frente a un cuadro en donde la única posibilidad que tiene de producir es comprar la semilla, el fertilizante y el pesticida cada vez que desee plantar -algo que no sucede con los cultivos orgánicos-, y el poseedor de todo este pack tecnológico se maneja dentro de comportamientos mono u oligopólicos -lo cual se traduce, entre otras cosas, en controlar de punta a punta el valor de mercado de cada uno de sus componentes- el escenario es de una asimetría irreparable y termina decantando en la venta o cesión de tierras hacia esos grandes grupos económicos. Incluso estos antiguos productores terminan siendo contratados por estos mismos grupos, los ahora nuevos dueños de la tierra (o land grabbers, como también se los suele denominar).
Pero esto no es solo un problema a nivel cultivos: igual sucede con la cesión de derechos de canciones, imágenes, libros y muchos otros productos más, en donde la única solución para seguir asegurando una ganancia (por parte del pequeño empresario/ex propietario) es pagar primero para luego usar lo que él mismo generó. Sucede también con los espacios urbanos y su verticalización, renovación y elitización, procesos que son acompañados de desplazamientos, segregación y concentración de capitales; con la turistificación e incluso hasta con la venta de servicios y bienes intangibles como el wifi, la telefonía y la mensajería móvil . Y todo bajo la atenta mirada del Estado y sus agentes. Si lo ponemos en hechos, cuando el margen de ganancias que emana del intercambio monetario tradicional se vuelve insuficiente se activan nuevos objetos plausibles de explotación o apropiación para satisfacerlo: desde la segmentación de servicios (algo que todos los que alguna vez han usado una consola de videojuegos conocen bien con las expansiones, las “skins” o los DLC -contenidos descargables-), la jerarquización de prestaciones (las experiencias “bronce”, “plata”, “oro” u otras clasificaciones), pasando por los recursos naturales (la mención de Elon Musk como el inversor salvador cuando el trasfondo de la cuestión indica la apropiación del litio del Noroeste Argentino) hasta llegar al máximo inédito de la cesión de tierras y sus múltiples soberanías a cambio de financiación o cancelación de deudas.
Lo cual nos lleva, para cerrar, a otro concepto: el shock.
Esta dinámica, bien reflejada por Naomi Klein en su libro “La doctrina del shock” del año 2007 es perfectamente aplicable al contexto actual argentino y a esta acumulación por desposesión. Veamos por qué.
Las lógicas neoliberales -a través de sus actores interesados- generan mecanismos que buscan crear desorientación, pánico, crisis e incertidumbre en las sociedades. La devaluación masiva, el aumento desmedido o inclusión de nuevos impuestos, el anuncio de medidas destructivas/regresivas, la desindustrialización y el vaciamiento son solo algunas de las dinámicas preferidas para ponerlo en marcha.
Ejemplo fresco es el del otro día, en donde anunciaban que la leche "podría irse a $60000" en un año. Este amague crea las condiciones para que luego se pueda aumentar a gusto sin grandes problemas, porque "peor es que hubiera valido $60000". En el camino, se favorece a los grandes grupos empresariales en perjuicio de cada uno de nosotros.
La otra opción preferida del shock: los desastres naturales y/o catástrofes ambientales. Hace algunos días el pueblo bahiense sufrió una tragedia, consecuencia de un temporal violentísimo (del cambio climático hablaremos en otro momento).
¿Qué dice el Estado Nacional? Que no hay fondos para ayudar/aliviar/reconstruir, abriendo las puertas a la financiación privada de estas obras como única alternativa. Financiación que, como podrán imaginar, no se hará por amor al arte sino a cambio de concesiones que se enfocan, oh casualidad, en la cesión de tierras, recursos o su concesión y licenciamiento a través de terceros. La derogación de la Ley de Fuegos o la Ley de Tierras, o el permiso de ingreso a tropas extranjeras a nuestro territorio no son caprichos, sino las condiciones habilitantes para desplegar con mayor intensidad (porque ojo, no es que esto no estuviera sucediendo) estos procesos sobre nuestro territorio.
Si nos enfocamos en la opción 1, vemos un trasvase de capitales de lo pequeño a lo grande. Si nos enfocamos en la opción 2, vemos un trasvase de lo público a lo privado.
En ambos casos, a través de un shock
En ambos casos, resulta en acumulación por desposesión.
En ambos casos, genera asimetrías socioespaciales irreversibles.
En ambos casos, pagamos siempre los mismos.
En fin, esperemos haber contribuido a aclarar un poquito todo lo que nos está pasando en estos días.
*Rodrigo Javier Dias es Profesor de Geografía, Licenciado en Enseñanza de las Ciencias Sociales y Maestrando en Sociología Política Internacional. Es el creador de Un espacio Geográfico, canal de YouTube y sello editorial dedicado a la divulgación y la enseñanza de la Geografía. @espacio_geo82 ┃ @un.espacio.geografico
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