Centro y periferia: Limitaciones de un concepto.

Las conceptualizaciones de Centro/Periferia y Desarrollo/Subdesarrollo, propuestas por Raúl Prebisch y Osvaldo Sunkel, entre muchos otros, abonaron el camino del pensamiento crítico dentro de las Ciencias Sociales al tiempo que se arraigaban como formas teóricas de expresar relaciones espaciales asimétricas dentro del sistema internacional, problematizando las supuestas recetas de igualdad y desarrollo global.

Rodrigo Dias

9/1/20214 min leer

Los años que sucedieron a la segunda posguerra parecían traer consigo la posibilidad de un crecimiento infinito. Bajo el estandarte del Estado Social, centrado en la regulación de los mercados y la redistribución progresiva de los ingresos, la idea de una expandida sociedad opulenta –tal como supo verbalizar J. K. Galbraith en 1958- era algo que podía llegar a pensarse. De allí en adelante, el derrotero nos es bastante breve y familiar de recordar: algunos años de desarrollismo y luego el avance irrefrenable del neoliberalismo (este último con sus matices) caracterizaron las últimas cinco décadas del siglo XX.

El contexto latinoamericano

En Latinoamérica, las ideas de progreso se estancaron casi en simultáneo con los supuestos resultados de la planificación territorial. El reconocimiento de diferencias estructurales entre aquellos países que habían sabido aprovechar los beneficios de la industrialización y aquellos otros países que se habían situado –voluntaria o forzosamente- en el otro extremo sentó las bases para la apertura de una línea de pensamiento enfocada en caracterizar aquellas asimetrías desde una perspectiva diferente. De allí en adelante, las conceptualizaciones de Centro/Periferia y Desarrollo/Subdesarrollo, propuestas por Raúl Prebisch y Osvaldo Sunkel, entre muchos otros, abonaron el camino del pensamiento crítico dentro de las Ciencias Sociales al tiempo que se arraigaban como formas teóricas de expresar relaciones espaciales asimétricas dentro del sistema internacional, problematizando las supuestas recetas de igualdad y desarrollo global.

Discusiones Geográficas

Por otro lado, la Geografía tuvo en el mismo período una evolución también marcada por la profundización y complejización de su objeto de estudio, cuyo punto de partida puede señalarse a partir de la apertura del campo de investigación hacia los aportes de la teoría social como también a partir del giro espacial que se produce a partir de los años noventa en las Ciencias Sociales en general.

El paulatino abandono de las corrientes vinculadas al neopositivismo, y el auge de los enfoques geográficos cuyos objetivos se centraban no sólo en devolver el protagonismo al ser humano, sino además problematizar sobre las formas espaciales que se originaban a partir de las relaciones vinculadas a su producción y reproducción, contribuyeron a consolidar una Geografía de carácter crítico en donde las investigaciones estuvieron y están dirigidas a identificar y analizar la impronta territorial de las desigualdades y asimetrías sociales, como así también sus implicancias dentro de los procesos globales, con sus respectivas escalas espacio-temporales.

Sin embargo, dentro de los abordajes de la Geografía Radical lo que puede observarse es un predominio de investigaciones y desarrollos teórico-conceptuales vinculados con variables espaciales ordenadas por cuestiones socioeconómicas que están a su vez atravesadas por relaciones pluriescalares de poder. En este sentido, los aportes de las teorías económicas –dentro de la que destacan aquellas provenientes de la CEPAL– promovieron, como antes se mencionó, las discusiones en torno a las ideas de Desarrollo y Subdesarrollo, Centro y Periferia e Intercambio Desigual como cuestiones centrales y características de las relaciones espaciales asimétricas a nivel global. De allí, las conceptualizaciones que surgieron se centraron en materializar las transformaciones espaciales emergentes fueron expandiendo y replicándose desde la misma aparición del capitalismo: desde los ajustes espaciales hasta la fragmentación espacial, todas muestran un bagaje epistemológico preeminentemente ordenado por cuestiones económicas.

No obstante, reconociendo un contexto de intensa fluidez y variabilidad, es necesario plantearse desde la Geografía una pregunta fundamental: a partir de la expansión del giro cultural de la Geografía -solapada con el giro cultural de las Ciencias Sociales- de la aparición de múltiples estudios que indagan formas otras de interpretar los procesos espaciales, y con la intensificación de las transformaciones territoriales: ¿son suficientes el bagaje conceptual y las teorizaciones contemporáneas existentes para dar cuenta de la intensidad, el dinamismo, la profundidad y complejidad de las relaciones y asimetrías espaciales dentro de este sistema-mundo actual?

Un espacio imposible de abarcar

Hace algunos días circulaba la noticia sobre la inauguración de un fastuoso estadio de fútbol en Santiago del Estero, acompañada por imágenes que mostraban la pobreza de las áreas circundantes. También la noticia del traslado de la capital egipcia, dejando atrás un El Cairo empobrecido y castigado. Lo mismo ocurre en Dubai, en gran parte de los estados africanos, pero también es un fenómeno que sucede en China y en Estados Unidos. Todos estos ejemplos nos muestran centros y periferias urbanas y rurales que son cada vez más difíciles de delimitar, pero eso no es lo único: ocurre también en las relaciones espaciales dentro del plano internacional. Los flujos de capital transforman y explotan hasta el último rincón de cada espacio geográfico y migran, dejando a su lado un tendal de paisajes residuales, símbolo de lo que en algún momento fue pero ya no es.

La fluidez y el dinamismo de los procesos socioculturales, territoriales y económicos vinculados a las transformaciones espaciales propias del capitalismo ponen en evidencia la insuficiencia de la idea de Centro y Periferia como concepto y teoría para definir lo que ocurre a nivel global.

¿Cuántos centros y periferias podemos nombrar mientras leemos estas líneas? ¿Cuántos territorios habrán sido abandonados por improductivos? ¿Cuántos espacios han sido modificados desde una perspectiva cultural? ¿Qué otros territorios han adquirido valor simbólico? ¿Hacia dónde habrán migrado los procesos productivos? Pensemos en un ejemplo sencillo: desde una perspectiva económica macro, la práctica totalidad del territorio argentino podría considerarse como periferia. Pero, ¿cuál sería la periferia si lo contemplamos desde la Patagonia profunda? ¿cómo consideraríamos al eje que discurre entre la neuquina ciudad de Chos Malal y la rionegrina Choele Choel, cuya impronta territorial simbólica y cultural nos recuerda el genocidio de los pueblos originarios? ¿Y las islas Malvinas?

Es necesario, entonces, abrir una discusión sobre Centro y Periferia pero no por inconformismo epistemológico, sino por la urgente necesidad de buscar nuevas aproximaciones que reflejen al espacio geográfico y a la totalidad de los procesos que se desarrollan en él. Tomar solo la variable económica y jerarquizar los espacios en base a ella no solo resulta reduccionista: deja de lado la riqueza específica de cada uno de estos, la densidad –variable y dinámica, eso sí- de procesos que se desarrollan sobre su superficie. Es un debate tanto ontológico como epistemológico que debe tener su lugar, si queremos pensar en un mundo más real y menos imaginado.

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